Por: Nicolás Pérez
A todos tomó por sorpresa la llegada de Laura Sarabia a la dirección del Departamento Administrativo para la Prosperidad Social -DPS-, una de las entidades más poderosas del Gobierno, con una chequera superior a los $2 billones y con el manejo de todos los programas sociales. Un verdadero fortín burocrático.
Y digo que fue una sorpresa porque nadie anticipaba que la ex Jefe de Gabinete retornara tras el escándalo que le estalló en las manos. Recordemos que la Fiscalía la investiga por haber sometido a su ex empleada a un polígrafo en las instalaciones de Palacio y estar relacionada con el manejo de dinero en efectivo en la campaña presidencial. Un problema que le costó el puesto hace un par de meses.
Sin embargo, el Presidente decidió pasar por alto esa situación y la revivió políticamente, desafiando así al Fiscal General de la Nación y asumiendo el desgaste institucional que puede conllevar ese nombramiento, lo cual denota la fuerte dependencia que tiene Petro con ella.
De hecho, el Gobierno se empezó a caer poco a poco desde su salida. El Presidente se quedó sin su mano derecha y el cambio se ha notado. La prudencia se cambió por la desesperación y la inestabilidad se apoderó de Palacio.
Siendo esto así, el gran interrogante es por qué Sarabia llega al DPS y no a su antiguo cargo como Jefe de Gabinete. Al fin y al cabo, desde esta última posición tiene mayor control de la agenda y de la gestión de cada uno de los funcionarios. Justamente lo que Petro necesita.
Pues bien, la razón es muy sencilla: la Jefatura de Gabinete es un cargo que se creó hace poco. Durante el Gobierno Santos se conoció como el SuperMinisterio y con Duque pasó a tener la denominación actual. La idea de este cargo es fungir como puente entre el Presidente y los Ministros, tal como lo hace el Chief of Staff en la Casa Blanca.
Como el puesto es tan reciente y se creó a través de los Decretos que reglamentan la estructura del Departamento Administrativo de la Presidencia, no existe formalmente en la Constitución y, por ende, quien lo ostente no tiene ningún tipo de fuero especial, a diferencia de los Ministros y Directores de Departamentos Administrativos, quienes son investigados por el Fiscal y juzgados por la Corte Suprema de Justicia.
Por eso, Laura llega al DPS y no a la Jefatura de Despacho. Muy seguramente en la práctica Sarabia termine manejando la agenda y las mismas funciones de antes, pero con la seguridad de ser juzgada por la Corte. Una jugadita bastante astuta que dejará coja la actuación de la Fiscalía y le brindará un blindaje al Gobierno, por lo menos, hasta que haya cambio de Fiscal en febrero.
Con esto, el nuevo interrogante será qué postura tomará la Fiscalía, ya que Petro está desafiando al ente acusador, al Congreso y a la Justicia con esta decisión. Aunque eso sí, con su posición de Directora del DPS Sarabia queda sujeta al control político del Congreso, cosa que no sucedía tan directamente desde la Jefatura de Gabinete, quien puede citarla a debate cuantas veces quiera para que dé explicaciones de todo lo ocurrido.