Por: Nicolás Pérez
La salida de Felipe Bayón de la Presidencia de Ecopetrol es una pésima noticia para la compañía, los inversionistas y el País. Desde 2017 estaba al mando de la empresa, superando inclusive el cambio de Gobierno Santos-Duque, gracias a que su perfil técnico era garantía para el mercado. Ahora, la joya de la corona del País queda a la deriva con una Ministra que le ha declarado la guerra al sector de los hidrocarburos.
Siendo sinceros el panorama no podría ser peor. A pesar de los intentos del Ministro de Hacienda de tranquilizar al mercado, tanto el Presidente como la Ministra de Minas siguen obsesionados con la idea de no suscribir nuevos contratos de exploración de petróleo y gas. Poco importa el impacto fiscal de esta medida o las implicaciones que tiene en el precio del dólar. Esta ala radical del Gobierno tiene una agenda definida y la va a implementar a cualquier costo.
Y es ahí donde Ecopetrol entra a jugar un rol vital. Por más que Bayón haya explicado de todas las formas posibles que la empresa ya está llevando a cabo una transición energética de manera responsable, es decir sin sacrificar a corto y mediano plazo las rentas que generan los hidrocarburos, su voz se terminó convirtiendo en una piedra en el zapato para una parte del gabinete.
Mientras la Ministra hace constantemente el ridículo al no conocer las cifras, no saber cómo afrontar los debates en el Congreso y alarmar a los inversionistas con sus declaraciones, Bayón sacaba la cara por el sector al exponerle al mercado una ruta de acción clara, viable y técnica. Eran dos polos opuestos. Por un lado, una dogmática radical sin experiencia alguna en el campo de los hidrocarburos. Por otro lado, un gerente con todo el bagaje y los pergaminos para llevar las riendas de la empresa más importante del País.
Ojalá sepamos si fue la Ministra o directamente el Presidente quien pidió la cabeza de Bayón. No por chisme o alboroto, sino para tener claridad sobre las intenciones del Gobierno.
Dicho esto, la pregunta que todo el mundo se hace es qué rumbo va a tomar Ecopetrol. La obsesión del ala radical del gabinete de no suscribir nuevos contratos de exploración de hidrocarburos no se traduce en nada distinto a que en unos años no tendremos pozos de petróleo y gas para explotar y, en consecuencia, el Estado dejará de percibir cerca del 10% de su presupuesto entre dividendos, impuestos y regalías.
Una preocupación que no es para nada menor, dado que sin las rentas del sector Colombia pierde capacidad de negociación frente a los inversionistas. Es mas o menos como si alguien fuera a pedir un crédito al Banco y dijera que hoy tiene trabajo, pero que en dos meses lo van a despedir y no tiene claro de dónde va a sacar la plata para pagar las cuotas del préstamo.
Por eso, el viernes la acción de Ecopetrol en Estados Unidos cayó un 5.69% y en Colombia un 3.19%. Además el dólar repuntó $16.76.
Ahora, lo que viene es elegir al nuevo Presidente de la compañía, lo cual genera varias preocupaciones. Por un lado, recordemos que una de las primeras acciones que adelantó la Ministra de Minas al llegar al cargo fue cambiar el manual de funciones de la entidad para permitir que filósofos y teólogos trabajaran en una de las carteras más técnicas y especializadas que hay, dejando a un lado a los ingenieros, geólogos y petroleros que se preparan toda la vida para llegar a esas posiciones. Si se repite esta dinámica y la Ministra le mete la mano a la empresa, Ecopetrol quedaría en el peor de los escenarios.
Por otro lado, Petro ya controla cuatro de los nueve puestos de la junta directiva de la empresa y por ende solo le falta un voto para tener mayoría absoluta. Esta altísima injerencia del Gobierno se puede traducir en el nombramiento de un Presidente que secunde la visión de la Ministra y le ponga freno a los nuevos contratos de exploración.
Y con ello, la empresa entraría en caída libre. La confianza de los inversionistas desaparecería y la acción se desplomaría por completo. Solo nos queda rezar para que Petro no haga de Ecopetrol la nueva PDVSA ni desconozca las reglas de gobierno corporativo para hacer lo que quiera con la compañía.