Por: Nicolás Pérez
Aunque algunos piensan que la disparada del dólar solamente afecta a aquellos que consumen granola importada, van de vacaciones a Disney o quieren comprar el nuevo iPhone, la realidad es completamente distinta. La variación en la tasa de cambio perjudica tanto a los más ricos del País como a las familias más vulnerables y, en general, complica seriamente la situación económica de Colombia. Lo que en inicio puede ser un indicador externo más, en la práctica tiene una incidencia directa en más de un sector.
Por ejemplo, en el ámbito de los alimentos, cerca del 20% de la canasta familiar corresponde a productos importados y en materia agropecuaria el 98% de los insumos dependen de la importación de materias primas desde países como Rusia, Estados Unidos, Canadá y China. Es decir, entre más suba el dólar, más costoso termina siendo la comida en Colombia.
De hecho, productos como el maíz, que se utiliza para alimentar a los cerdos, el trigo, los fertilizantes o la soya suben inmediatamente de precio cada vez que el dólar aumenta su cotización, lo cual termina generando un costo adicional para el consumidor final.
Por otro lado, prácticamente todo el sector tecnológico se encarece con la situación actual. Los televisores, las lavadoras, los celulares y, en general, los electrodomésticos son importados desde el exterior, dado que nuestro desarrollo local en la materia es demasiado incipiente, y, por ende, si una familia quiere adquirir uno ahora deberá destinar más recursos de lo que hubiera hecho hace un par de meses.
De manera semejante ocurre con la industria automotriz. Tanto el mercado de vehículos nuevos como el de auto-partes depende de la importación de productos desde el exterior. En Colombia no producimos este tipo de ítems y, en últimas, la situación actual termina disparando los costos del sector.
Algo que no solamente perjudica el mantenimiento de los carros particulares de lujo, sino a todo el transporte. Desde los camioneros que movilizan los productos por las carreteras del País hasta aquellas personas que se dedican a manejar plataformas digitales o taxis. El impacto no discrimina entre tipo de auto o labor que desempeñe y encarece el costo de vida por igual.
Y a esto es necesario adicionar el costo de la gasolina. El barril de petróleo actualmente se ubica en US$93, lo que significa que cada día los transportadores pagarán más para tanquear los vehículos y movilizar los productos. De nuevo, mayores costos de producción que se traducen en un precio más alto para el usuario final.
Asimismo, la construcción de vivienda también se ve afectada por la tasa de cambio, dado que materias primas como el hierro son importadas y el incremento de casi $1.000 en el precio del dólar que hemos visto desde la segunda vuelta hasta hoy termina generando sobre costos en los proyectos que no tenían previstos los constructores y que se le tiene que trasladar al comprador vía mayor precio para que la obra sea viable financieramente.
Y por si todo lo anterior no fuera suficiente, las finanzas del Gobierno también son fuertemente golpeadas por la devaluación del peso, toda vez que el 36.3% de la deuda de la Nación está en dólares.
Esto se traduce en que el Estado debe destinar más recursos para pagar las obligaciones crediticias adquiridas con los acreedores y dejar de inyectarle dinero al rubro de inversión, dado que en materia presupuestal primero se deben cubrir las deudas.
En otras palabras, un dólar a casi $5.000 impide que el Gobierno tenga un flujo de caja robusto para construir vías terciarias, carreteras, hospitales, colegios o, inclusive, entregar subsidios. Obras que, en la práctica, deberán ser suspendidas hasta que disminuya la tasa de cambio o se encuentren nuevas fuentes de financiación.
En últimas, la subida del dólar nos afecta a todos y nos debe importar a todos. En un mundo globalizado e interconectado el precio de la divisa americana tiene una incidencia directa en nuestro costo de vida y las afectaciones en el costo de vida terminan perjudicando más a las familias vulnerables que a los ricos. Este no es un tema de Gobierno o de oposición, sino de Nación. La disparada de la tasa de cambio nos empobrece y urgen medidas para contrarrestar esta situación.