Por: Nicolás Pérez
Este martes los colombianos tenemos una cita con el destino. El presente y el futuro del País está en nuestras manos y depende, en buena medida, de las acciones que como ciudadanos tomemos para defender aquello en que creemos, que consideramos correcto y que no puede ser arrebatado por el Gobierno. Estas son cinco grandes razones para marchar el 20 de junio.
En primer lugar, hay que respaldar a capa y espada nuestra institucionalidad. Los constantes ataques del Presidente al Congreso, las Cortes, el Banco de la República, los Partidos, los órganos de control, los medios, los gremios y todo aquel que critique o se oponga a sus políticas conllevan un gran riesgo para el País.
Nuestras instituciones son sólidas y han resistido la embestida del Gobierno. Y en buena parte eso explica por qué los mercados se han tranquilizado y el precio del dólar ha caído. Sin embargo, hay que darle un respaldo desde la ciudadanía a la labor de las entidades y dejarle claro al Presidente que no puede desconocer la separación de poderes ni pretender pasar por encima de los funcionarios que investigan a su administración.
En segundo lugar, es clave contrarrestar la última manifestación del Gobierno. No para generar una tensión social ni convertir las calles en un nuevo campo de batalla, sino para demostrar que el Presidente no es un emperador que puede desconocer a más de la mitad de los colombianos que hoy en día desaprueban su gestión.
De hecho, el Palacio de Nariño ha pensado que por haber promovido una marcha a favor de sus políticas tiene la legitimidad suficiente para imponer sus reformas a como dé lugar. Y eso no es así. La democracia exige una constante deliberación de ideas que no puede ser silenciada por una administración que se niega a escuchar las preocupaciones de la gente.
En tercer lugar, hay que hacer una defensa irrestricta de nuestro sistema de salud. Sí, tiene problemas que toca mejorar. Hay que ampliar la cobertura en zonas rurales, evaluar la conveniencia de mantener la integración vertical, ampliar la formación de especialistas y mejorar la calidad en la prestación de ciertos servicios.
Sin embargo, no podemos dejar que se tiren a la basura los avances que hemos tenido en 30 años. Hoy en día tenemos cobertura universal, los costos de atención por paciente están dentro de los más bajos de la región, todos los indicadores de salud pública tienen tendencia favorable y, lo más importante, tanto ricos como pobres pueden acceder al mismo servicio. La falta de recursos no es una barrera de acceso para ser atendido y no hay que hipotecar su patrimonio para costear un tratamiento.
No podemos permitir que el Gobierno nos devuelva al desastre del Seguro Social y mucho menos que pretenda estatizar la salud para que alcaldes y gobernadores hagan fiesta los recursos de la salud de los colombianos.
En cuarto lugar, tenemos que salir en defensa del sector privado. Los emprendimientos particulares son los responsables de cerca del 90% de los empleos que se generan en Colombia y de la riqueza que todos los colombianos han construido con el sudor de la frente. El Gobierno no puede acabar con el tejido empresarial a través de la reforma pensional ni apropiarse del ahorro pensional del 70% de los colombianos con la reforma pensional.
Finalmente, debemos exigir que las investigaciones acerca de la presunta financiación ilegal de la campaña del Presidente sigan adelante y se conozca toda la verdad. Estamos ante un nuevo proceso 8.000 que no puede quedar en la impunidad. La información que se conoce, junto con las presuntas chuzadas a periodistas y civiles, comportan una gravedad de tal magnitud que ponen en tela de juicio la legalidad y legitimidad del Gobierno.
Marchemos, defendamos lo nuestro. Este 20 de junio demostrémosle al Gobierno que tiene límites, que respaldamos las instituciones y no puede hacer un borrón y cuenta nueva con todo lo que hemos construido por décadas.