Por: Nicolás Pérez
Esta semana las Comisiones Económicas aprobaron, en primer debate, el Presupuesto General de la Nación 2023. El proyecto que garantiza el funcionamiento mismo del Estado y cuyas particularidades permiten cuestionarse la necesidad de la renombrada Reforma Tributaria del Gobierno. Aquí les explico por qué:
En primer lugar, hay que tener en cuenta que por un formalismo legal la administración saliente presenta ante el Congreso el Presupuesto que regirá durante el primer año del nuevo Gobierno. Una realidad que no tiene sentido y que siempre termina atando de manos al ejecutivo, a tal punto que los Presidentes solo empiezan a manejar la chequera del País con mayor discrecionalidad desde su segundo año de mandato.
En segundo lugar, a pesar de los anuncios de varios Ministros que afirmaron en el empalme que recibían la olla raspada, la discusión del PGN 2023 demuestra todo lo contrario. En efecto, gracias a un mayor recaudo proveniente de un crecimiento económico sostenido y a un sustancioso incremento en los dividendos de Ecopetrol el Congreso aumentó el monto del Presupuesto en $14.2 billones, pasando de $391.4 a $405.6 billones.
Puntualmente, por ingresos corrientes, o sea impuestos, se adicionaron $7.3 billones y por ingresos de capital, entiéndase utilidades de Ecopetrol y créditos, otros $6.7 billones. Unas cifras que evidencian el buen estado en que el Gobierno Petro recibió las finanzas del País y que permiten cuestionarse la necesidad de la Reforma Tributaria.
De hecho, el Ministro Restrepo no solamente cumplió con dejar financiado la totalidad del Presupuesto que el Gobierno Duque presentó al Congreso, sino que la administración Petro, sin tener que mover un solo dedo, se está beneficiando de unos resultados económicos positivos que superaron las proyecciones realizadas el año pasado y que están permitiendo incrementar en $11.2 billones el rubro de inversión sin imponer más impuestos.
Una realidad que debería tener en cuenta el Congreso al momento de discutir la Tributaria. Sobre todo, teniendo en cuenta, por un lado, que la meta de recaudo de $25 billones es demasiado agresiva y podría derivar, entre otros efectos, en el cierre de 250.000 tiendas de barrio, tal como lo ha advertido Fenalco. Por otro lado, es la hora en que el Gobierno no ha explicado con claridad en qué rubros pretende gastar los recursos que reciba por el alza de impuestos.
Y este no es un tema menor. Tanto en la Tributaria como en el Presupuesto lo esencial es discutir las fuentes y los usos de los recursos. Es decir, de dónde proviene la plata y en qué se va a gastar. Y eso es algo que se ha hecho a medias hasta el momento.
Por ejemplo, cuando discutimos el año pasado la Ley de Inversión Social siempre fuimos claros en advertir que los $15.2 billones que se recaudarían se destinarían a financiar cuatro elementos: el ingreso solidario, el subsidio a la nómina -PAEF-, la matrícula cero y los incentivos al empleo.
Sin embargo, eso no ha ocurrido en esta ocasión. Si los $25 billones de la Tributaria no son necesarios para financiar el Presupuesto del 2023 aprobado en primer debate, entonces ¿para qué quiere el Gobierno esos recursos? ¿cuáles son los programas nuevos que se quieren fortalecer? ¿acaso quiere la administración acumular capital para hacer realidad una agresiva expansión del gasto público en 2024? ¿tramitará el Ministerio una Ley de Adición Presupuestal si se aprueba la Reforma?
En las discusiones económicas, al igual que en el debate político, la transparencia es un elemento vital. Hay que ser directos y hablarle con claridad al País. Está bien que la administración pretenda implementar su plan de Gobierno, pero los mensajes cruzados minan la confianza de la ciudadanía. Un día se afirma que la Reforma se requiere para financiar gasto social y al otro se sostiene que es para disminuir el déficit y el endeudamiento.
Lo más sano, tanto para el País como para el mismo Gobierno, sería que el Ministerio de Hacienda destapara las cartas y explicara en detalle en qué pretende gastar $25 billones anuales adicionales al recaudo actual.