Por: Nicolás Pérez
Faltan escasas ocho semanas para que finalice la legislatura en el Congreso y el paquete de proyectos del Gobierno está más enredado de lo que se podía prever. La inexperiencia de varios Ministros y el desgaste que han generado buena parte de las iniciativas ha retardado la aprobación de estas y, como están las cosas, la gran pregunta es si alcanzará el tiempo para debatirlas o si, por el contrario, la agenda legislativa naufragará estrepitosamente.
Siempre se ha dicho en el Congreso que de los cuatro años del periodo presidencial, el primero es donde el Gobierno tiene un mayor margen de maniobra legislativa. Tiene el impuso de las elecciones, no carga con el desgaste político que genera el poder y las coaliciones se mantienen relativamente unidas.
Por eso, para cualquier administración es clave que en ese primer año se aprueben las reformas más importantes. Y algo así intentó hacer el Gobierno. En el primer semestre sacó adelante la Ley de Paz Total, la creación del Ministerio de la Igualdad y la Reforma Tributaria. Normas que, vale la pena señalar, ya se encuentran en revisión en la Corte Constitucional tras las demandas que se han interpuesto en su contra.
Sin embargo, esa dinámica no continuó este segundo semestre. La Comisión Primera del Senado hundió la Reforma Política, durante el mes y medio de sesiones extras de febrero-marzo no se le dio primer debate a ninguno de los proyectos del Gobierno y el trámite de las Reformas a la Salud, Laboral y Pensional está demasiado demorado.
De hecho, hasta que no se defina la suerte de la Reforma a la Salud la Comisión Séptima de Cámara no podrá discutir la Reforma Laboral y con la Reforma Pensional, que está radicada en Senado, tampoco se ven avances en la construcción de la ponencia.
Por si esto no fuese suficiente, por los lados de las Comisiones Económicas la situación tampoco es muy distinta. La Ley de Adición Presupuestal, que se radicó hace tres meses, no tiene ponencia de primer debate y el Plan Nacional de Desarrollo, que debe aprobarse antes del 6 de mayo, nada que tiene ponencia para segundo debate, con lo cual el tiempo que tendrán las plenarias para discutir uno de los proyectos más complejos del cuatrienio está al límite.
Adicional a lo anterior, los proyectos de Humanización Carcelaria y Sometimiento a la Justicia, que fueron duramente criticados por el Fiscal General, están estancados en las Comisiones Primeras de Cámara y Senado, al mismo tiempo que la Corte Suprema está ejerciendo una férrea oposición a la creación de la jurisdicción agraria propuesta por el Gobierno. Y ni qué decir del Código Electoral, cuya extensa discusión en primer debate tardó más de un mes y debe surtir los tres debates restantes antes del 20 de junio.
Así las cosas, el panorama es bastante incierto para esta administración. La congestión de proyectos que puede darse al finalizar esta legislatura en las plenarias es de tal magnitud que todo se puede terminar quemando en la puerta del horno. Sencillamente los tiempos no dan.
Y claro, técnicamente el Gobierno puede continuar con la discusión de estos proyectos el otro semestre, pero el panorama político ya no será el mismo. Por un lado, las Mesas Directivas de Cámara y Senado se renuevan, lo que significa que Roy Barreras y David Racero, ambos del corazón del ejecutivo, ya no estarán al mando de la agenda legislativa. Por otro lado, con las elecciones territoriales de octubre los parlamentarios disminuyen el tiempo de trabajo en Bogotá y se concentran en las campañas en sus regiones, lo que se traduce en menos sesiones del Congreso.
Además, la caída en la favorabilidad del Presidente y las amenazas burocráticas que estamos presenciando con la discusión de la Reforma a la Salud pueden terminar rompiendo la coalición y los partidos tradicionales, dependiendo del resultado de las elecciones regionales, quizás terminen actuando con mayor independencia después de octubre.
En otras palabras, al Gobierno se le acaba el tiempo y pocos son los avances que se avizoran en el horizonte. Los Ministros se demoraron demasiado en presentar los proyectos y ahora están pasando aceite para ganarle a los tiempos del Congreso. Y una última perla: si Roy renuncia a mediados de mayo debido a su tratamiento, el Presidente Gaviria quedará al mando de la Plenaria del Senado, dado que el Partido Liberal, que hoy tiene la Vicepresidencia, asumiría el control de la corporación.