Por: Nicolás Pérez
Senador de la República
La principal noticia económica de este mes fue la decisión del Banco de la República -BanRep- de empezar a subir la tasa de interés después de casi un año de permanecer intacta. Una medida necesaria para retornar a las condiciones de pre-pandemia que tiene varios ingredientes. Veamos:
Ante todo, la principal función del Banco es controlar la inflación. Este fenómeno, recordemos, denota el incremento en el costo de vida y, en últimas, termina actuando como una especie de impuesto que castiga especialmente a los hogares de menores recursos, dado que un alza del 6%, 8% o 10% en el precio de los alimentos, el transporte o los servicios públicos no les genera mayores traumatismos a las personas adineradas, pero sí afecta considerablemente el presupuesto de las familias vulnerables.
Afortunadamente, en Colombia hemos logrado mantener una inflación controlada a lo largo de los últimos 20 años, toda vez que se ha mantenido en promedio que ronda el 3% y nunca ha superado el 8%. Una situación muy distinta a lo que ha ocurrido en Argentina, donde, por ejemplo, en la última década el costo de vida ha tenido un incremento anual superior al 20%, llegando inclusive a superar el 40% en cuatro ocasiones.
Lo anterior se ha logrado, entre otras causas, a raíz de la independencia del Banco de la República que se garantizó en la Constitución de 1991. Un factor vital para el correcto desempeño económico de los Países que implica que esta entidad toma sus decisiones sin estar sujeta a la voluntad del Gobierno de turno.
Ahora bien, lo que hace el BanRep para controlar la inflación es limitar o aumentar la cantidad de dinero que circula en la economía, lo cual logra subiendo o disminuyendo la tasa de interés con que le presta dinero a los bancos comerciales. Me explico:
Las entidades financieras privadas no solamente se financian con los recursos que tienen los usuarios depositados en las cuentas de ahorro o los CDT, sino que también obtienen liquidez a través del BanRep. En esencia, el Banco de la República le entrega capital a los bancos privados y estos deben devolvérselo pagándole intereses.
Por eso, cuando el Banco anuncia que sube o baja la tasa de interés se refiere a ese monto que le deben cancelar las entidades financieras por los recursos que les presta y no a la tasa que los bancos privados les cobran a los consumidores en los créditos de vivienda o de libre inversión.
Dicho esto, veamos varias cosas. Por un lado, cuando el BanRep baja la tasa de interés a los bancos privados les sale más barato financiarse, con lo cual se espera que estos disminuyan la tasa que le cobran a los usuarios, de forma tal que el público se pueda endeudar a menor costo y tenga más recursos disponibles para gastar en el corto plazo.
Esto fue precisamente lo que hizo el Banco el año pasado para contrarrestar el choque económico que implicó cerrar el comercio durante varios meses, a tal punto que la tasa bajó progresivamente de 4.25% en marzo a 1.75% en noviembre, lo cual ha hecho posible la reactivación económica que hemos presenciado durante 2021.
En contraste, si el Banco incrementa la tasa los bancos comerciales le deben pagar más intereses, lo cual conlleva a que estos, a su vez, aumenten la tasa que le cobran a los consumidores en los créditos que ofrecen. De esta manera, el BanRep recoge parte del dinero que circula en el mercado y evita un alza en la inflación.
Aunque pudiera pensarse que lo mejor sería tener siempre tasas de interés bajas, a mediano plazo esto sería contraproducente, toda vez que el consumo de los hogares sería tan alto que habría una mayor demanda de bienes y servicios, con lo cual estos subirían de precio y no sería posible controlar el encarecimiento del costo de vida. Además, una tasa baja termina desincentivando el ahorro, lo cual no es sano para ninguna economía.
En últimas, en momentos de crisis las tasas han de bajar para proteger el mercado de manera rápida, mientras que en un contexto de normalidad, donde no urge una inyección de recursos de manera inmediata, el interés tiende a subir.
Por eso es que el Banco de la República, al igual que la mayoría de los Bancos centrales del mundo, empezó a aumentar la tasa de interés. La inflación de lo corrido del año ya se ubica en el 4.58% y la proyección de crecimiento del PIB en 2021 asciende al 9.8%, por lo cual es momento de llevar progresivamente la tasa a niveles de pre pandemia, situación que, vale resaltar, los consumidores no sentirán de manera inmediata, sino en el mediano plazo.