Por: Nicolás Pérez
La caída del dólar por debajo de los $4.400 es una noticia que alegra a todo el País. Disminuye el costo de vida y se reduce el monto de la deuda en moneda extranjera que debe pagar la Nación. Sin embargo, lejos de pensar que esto se debe a un éxito de las políticas del Gobierno, las razones que confluyen a este comportamiento indican todo lo contrario. Aquí les explico por qué:
En primer lugar, los mercados no creen que la actuación del Gobierno le permita a la izquierda radical perpetuarse en el poder. Claro ejemplo de ello es la fuerte caída que ha tenido la imagen favorable del Presidente y la Vicepresidente, quienes, en promedio, alcanzan un rechazo cercano al 60%.
Sumado a ello, la salida del gabinete de los Ministros moderados y la llegada de funcionarios radicales como el Ministro de Hacienda o la Ministra de Agricultura terminó jugando en contra del Presidente, dado que perdió gobernabilidad en el Congreso y su agenda se está limitando a los discursos, sin que ello se transforme en reformas o acciones concretas. Mucho se promete y poco cambia. Y la gente ya se está cansando de eso.
En segundo lugar, las grandes reformas del Gobierno están estancadas en el Congreso y varias de ellas corren riesgo de hundirse. Por ejemplo, ni la reforma laboral ni la pensional han logrado empezar su discusión en las Comisiones Séptimas de Cámara y Senado y la reforma a la salud, si bien fue aprobada en primer debate, no pareciera tener futuro en la Plenaria de la Cámara. De hecho, un sector del Partido Verde solicitó su archivo, a lo cual se suman las posturas oficiales de los partidos tradicionales que han manifestado que no la votarán.
Es tan complejo el panorama para el Gobierno que en las últimas sesiones ni siquiera se ha podido conformar quórum en las Comisiones. El Partido Conservador pasó de votarle todo al ejecutivo a actuar en conjunto con la oposición y el ambiente tampoco es muy positivo para abordar las discusiones de la Ley de sometimiento y humanización carcelaria.
En tercer lugar, a nivel global se ha visto un debilitamiento del dólar en las últimas semanas. El alza que la divisa americana tuvo a comienzos de año ha ido cediendo y su precio ha caído frente a las demás monedas. Una dinámica externa que, de paso, nos favorece. En especial, teniendo en cuenta que buena parte de nuestra producción depende de insumos importados que se comercializan en dólares.
Por eso es que un alza en el dólar no solo afecta a quienes quieren vacacionar en Estados Unidos, sino que tiene un impacto inflacionario para todo el País. Entre más barata esté esa divisa, menos tendremos que pagar en Colombia por bienes y servicios que usamos todos los días.
En cuarto lugar, Colombia ha demostrado tener instituciones fuertes. Los choques del Fiscal y la Procuradora con el Gobierno evidencian que los órganos de control actúan con independencia a la Casa de Nariño y no han sido doblegados por el poder presidencial. Y las decisiones de la Rama Judicial, puntualmente del Consejo de Estado, dejan claro que los jueces no son subordinados del primer mandatario.
Adicionalmente, las tensiones entre el Congreso y el Gobierno cada vez aumentan más y estamos lejos de presenciar la aplanadora que algunos preveían. El legislativo no es el notario del Presidente y así se lo está haciendo saber.
Finalmente, hoy se pueden encontrar activos con valor tanto en acciones como en bonos a muy buen precio, lo cual permite que compradores nacionales y extranjeros entren al mercado e inyecten recursos, lo que ayuda a bajar el precio del dólar.
En otras palabras, los constantes tropiezos del Gobierno Petro son bien recibidos por parte del mercado. Esta administración no ha logrado sacar adelante los cambios estructurales que tiene en mente y, por el contrario, se ha estrellado con unas instituciones sólidas que no se arrodillan ante la Casa de Nariño. Mientras ello continúe así, el dólar seguirá bajando.