Por: Nicolás Pérez
Grave, muy grave es el informe de JP Morgan que prevé que Colombia puede ser excluido del índice MSCI y considerado como un mercado de frontera. Y más alarmante aún es la respuesta indiferente del Ministro de Hacienda al que poco o nada pareciera importarle el tema. El futuro del mercado accionario está en el limbo y con ello el devenir del sector productivo del País. Aquí les explico por qué.
Los mercados a nivel global son clasificados en tres categorías: desarrollados, emergentes y de frontera. Este análisis lo realiza la firma Morgan Stanley Capital Internacional -MSCI- que analiza el comportamiento financiero de los países y define indicadores bursátiles que determinan el desarrollo de las bolsas.
En el primer grupo están las grandes potencias económicas que tienen estabilidad institucional, altos niveles de renta, seguridad jurídica y menos riesgos de no pago. Allí se encuentran países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, Singapur, etc.
El segundo grupo hace referencia a aquellas naciones que tienen altos niveles de crecimiento, pero no gozan de la misma estructura de los mercados desarrollados, dado que tienen una moneda más volátil, hay mayor inestabilidad política e institucional, la clase media no está consolidada y a veces se presentan problemas de liquidez. Es decir, son países con buenas perspectivas económicas, pero que todavía tienen dificultades internas por solucionar, lo cual hace que las inversiones sean más riesgosas. Aquí encontramos a Colombia, Chile, México, Peru, Brasil, China, Grecia, Sudáfrica, Qatar, Arabia Saudita, etc.
Finalmente, la tercera categoría se refiere a aquellos países que tienen problemas tanto económicos como institucionales que derivan en bajos niveles de liquidez, un riesgo político e institucional bastante alto y una amenaza de no pago latente. Allí están Argentina, Kenia, Serbia, Pakistan, Vietnam, Marruecos, Nigeria, Estonia, etc.
Dicho esto, es importante señalar que esta clasificación no es informativa, sino que tiene incidencias reales en el movimiento de recursos, dado que, por ejemplo, hay fondos de inversión que tienen prohibido llevar recursos a mercados de frontera por el alto riesgo que acarrean. Por eso, si Colombia es degradada a esa categoría se enfrentaría a una situación demasiado complicada.
En especial, porque el 33% de las inversiones en acciones que se hacen en Colombia provienen de inversionistas internacionales y el 39% de las negociaciones en la bolsa las hacen extranjeros. Si nos pasan a mercado de frontera, buena parte de este porcentaje se puede ir y con ello afrontaríamos una crisis de liquidez realmente preocupante.
Algo que empeoraría el estado de la bolsa que ya es de por sí preocupante. Nada más en lo corrido de este año las acciones en Colombia se han desvalorizado un 18%. El País ha dejado de ser atractivo para los inversionistas, al punto que el promedio diario de negociaciones apenas llega a los $50.000 millones. Para poner esta cifra en perspectiva, solamente la acción de Apple tiene un volumen de USD$65.2 millones, unos $262.188 millones, más de cinco veces todo nuestro mercado de valores.
Esto se debe, entre otras cosas, por la alta incertidumbre política por la que atravesamos, el incremento de impuestos ordenado en la reforma tributaria de 2022 y la pérdida del grado de inversión que, dicho sea de paso, tampoco se ve fácil de recuperar a corto plazo con el gasto desmedido de esta administración.
Claramente estas son advertencias que debemos tomar en serio. No podemos repetir la historia de la Bolsa Venezolana, que pasó de negociar USD$4.000 millones al año en los 90´s a estar casi en una completa inactividad tras el control de divisas que impuso Chávez en 2003, a tal punto que a 2020 solamente se movían USD$12 millones anuales.
Algo muy parecido a lo que ocurrió en Argentina, que terminó sumida en los mercados de frontera tras el corralito de 2001, una inflación que asciende a 142.4% y la constante amenaza de no pago de la deuda. De hecho, a pesar que en 2018 este País fue incorporado en los mercados emergentes tras las políticas de liberalización que impulsó Macri, en 2021 volvió a descender de categoría por la inestabilidad política y económica que propició el Gobierno de izquierda de Alberto Fernández.
En últimas, una bolsa débil e ilíquida repercute directamente en toda la economía. Las empresas pierden capacidad de capitalización en los mercados y los títulos de deuda del Gobierno, a través de los cuales se financia el Presupuesto, disminuyen su competitividad.